Desde las raquetas de tenis, pasando por las zapatillas de atletismo, hasta los coches de Fórmula 1. Los caminos del deporte y los materiales se cruzan en muchos puntos donde la innovación y el desarrollo de nuevos materiales juegan un papel determinante en el rendimiento del deportista.
Hasta ahora, uno de los aspectos más tradicionales de los Juegos Olímpicos permanecía ineltarado: las medallas. Si bien en las antiguas Olimpiadas la máxima distinción era una corona de olivo sagrado, los Juegos Olímpicos modernos instauraron desde sus primeras ediciones las medallas metálicas —oro, plata y bronce— para reconocer a los mejores atletas de cada competición.
Sin embargo, durante los últimos Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Sochi, los mejores deportistas recibieron unas medallas que no estaban compuestas únicamente de estos tradicionales metales preciosos (oro, plata) y aleaciones (bronce), sino que incorporaban un material técnico y contemporáneo: el policarbonato (PC). El joyero ruso Adamas, quien suministró las más de 1300 medallas repartidas, incorporó una lámina de policarbonato al diseño de las medallas, la cual le sirvió además para representar el paisaje nevado de Sochi. Cada lámina de policarbonato, creación de la petroquímica Sabic, requirió 18 horas de producción, utilizando una técnica de corte mediante aire frío para evitar la deformación y otorgarle un aspecto similar al del vidrio.
El policarbonato es un 50% más ligero que el vidrio y 250 veces más resistente a los impactos. Además su estabilidad garantiza que mantenga su transparencia, logrando que la medalla siga luciendo inalterable al paso del tiempo.
Via | Materials World